Mientras en otros lugares de Europa nos resuenan los nombres de científicas como la astrónoma británica Caroline Herschel (hermana de William Herschel), descubridora de varios cometas y que recibió la Medalla de oro de la Real Sociedad Astronómica, o la matemática, física y filósofa francesa Émilie du Châtelet, traductora de los Principia de Isaac Newton, en España, hay un nombre muy destacado pero quizá poco conocido de una matemática muy especial: María Andresa Casamayor de La Coma.
La historia de la ciencia está repleta de figuras que han desafiado convenciones y derribado barreras, allanando el camino para las generaciones futuras. Precisamente hoy nos acercamos a la figura de una de ellas, María Juana Rosa Andresa Casamayor de La Coma (1720-1780), que fue la primera mujer en España que publicó un texto científico que ha llegado a nuestro días. Es más, destacó en un campo en el que, durante el siglo XVIII, estaba circunscrito a los hombres.
Esta zaragozana, nació en una época en la que las oportunidades para las mujeres en la ciencia eran extremadamente escasas. La Ilustración se estaba extendiendo por toda Europa, trayendo consigo nuevas ideas sobre la razón, la ciencia y el potencial humano. Sin embargo, las convenciones sociales seguían dominando y confinando a las mujeres sobre todo al ámbito doméstico.
Por fortuna para nuestra protagonista, creció en una familia numerosa pero con posibles y en la que se valoraba la educación de los niños. Su padre fue un mercader francés procedente de Oloron-Sainte-Marie y se aseguró de que recibiera una educación completa, algo muy poco común para las mujeres jóvenes del siglo XVIII. Sobre todo teniendo en cuenta que era la séptima de nueve hijos. Aquí comenzó a surgir, desde muy pequeña, su talento para las matemáticas y las ciencias. Parece que su pasión por los números y el mundo natural era más que palpable y decidió luchar por esa pasión científica pese a las trabas sociales.
Su aportación más destacada a la ciencia fue publicada en 1738 cuando tenía apenas 17 años. Esta obra sirvió como guía didáctica de la aritmética, destinada a hacer más accesibles los conceptos matemáticos a los estudiantes. Se trataba de un manual práctico repleto de instrucciones y ejemplos, sobre aritmética básica (suma, resta, multiplicación y división) que demostraba la capacidad de Andresa Casamayor para simplificar ideas complejas con fines educativos. Sus aportaciones sentaron las bases para futuros desarrollos en la educación matemática, destacando la importancia de la claridad y la accesibilidad en la enseñanza.
Su capacidad para relacionarse con la comunidad científica estaba limitada por su género (personalmente nunca llegó a casarse ni a ingresar en la Iglesia, que era común entre las mujeres solteras de la época, por lo que tuvo que trabajar y 'ganarse el pan' toda su vida). De ahí que su obra, Tyrocinio aritmético, instrucción de las quatro reglas llanas está firmada con un seudónimo masculino, Casandro Mamés de La Marca y Araioa, que es un complejo e interesante anagrama de su propio nombre (son las mismas letras pero en distinto orden). Su otra obra, 'Para si solo', es un manuscrito de aritmética avanzada que no llegó a publicarse ni se conserva. Del primero, sí que se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de España. Es el primer manual científico escrito por una mujer en España y que aún se conserva una obra.
María Andresa Casamayor de La Coma sentó un precedente para las mujeres en la ciencia, demostrando que la destreza intelectual y la investigación científica no estaban limitadas por el género. Su determinación de perseguir sus intereses en un campo dominado por los hombres inspiró a futuras generaciones de mujeres a seguir sus pasos, como muchas otras mujeres hicieron, han hecho y siguen haciendo, como Lise Meitner, la madre de la física nuclear cuyo trabajo sobre la fisión nuclear revolucionó nuestra comprensión de la ciencia atómica en una época en la que a menudo se desalentaba a las mujeres a cursar estudios superiores (siglo XIX), o Rosalind Franklin, la heroína anónima del ADN, una química y cristalógrafa de rayos X cuya investigación fue fundamental para comprender la estructura molecular del ADN. A pesar de la falta de reconocimiento en su momento, el trabajo de Franklin ha sido celebrado desde entonces por su papel crucial en la resolución de los misterios del material genético.
Respecto a Casamayor, no cabe duda de que su historia es igualmente un poderoso recordatorio de la importancia de la perseverancia y el impacto que una persona puede tener en la sociedad. Para celebrar su figura, el Ayuntamiento de Zaragoza nombró un grupo de viviendas con su nombre; también podemos encontrar una calle en honor de esta científica zaragozana y un colegio público también nombrado en su honor.
[Fuente: Sarah Romero, publicado en muyinteresante.com]
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