Cuando pensamos en Barcelona, en la belleza de sus edificios y arquitectura, inevitablemente nos vendrá a la cabeza la palabra Gaudí, ya que este arquitecto y la ciudad de Barcelona están ligados entre sí de forma indisoluble.
Antoni Gaudí, nacido el 25 de junio de 1852 en Reus, fue el mayor representante del modernismo arquitectónico y un pionero en los movimientos artísticos más vanguardistas. Sufrió durante su infancia de problemas reumáticos que le condicionaron a la hora de ir a la escuela o jugar con otros niños, por lo que desde temprana edad desarrolló un sentido especial por la observación de la naturaleza, el su color y todas sus formas.
Fue así como su interés por la arquitectura y el dibujo se fue gestando hasta dar como resultado su traslado a Barcelona e ingreso en la escuela de Arquitectura a la edad de diecisiete años.
En 1878 logró su título en arquitectura y empezaría sus trabajos con la ayuda del mecenazgo que la nueva burguesía de Barcelona le otorgaría. Es importante reconocer que la ciudad se encontraba en un momento de florecimiento económico y cultural que sin duda favoreció en la búsqueda de nuevos estilos arquitectónicos y de la experimentación, así como en la construcción de todo tipo de edificios, desde culturales a industriales, que se verían salpicados por el modernismo (art nouveau), corriente artística que se volvería dominando a finales del siglo XIX y principios del XX.
A partir de ahí desarrollaría, a lo largo de su carrera como arquitecto, diferentes técnicas y estilos que harían de él un referente singular e inspirador para los arquitectos que han venido después.
Su huella y legado en Barcelona han hecho sin duda de sus obras un símbolo de la ciudad y un reclamo turístico, siendo además siete de ellas consideradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es debido a esto que, entre las muchas cosas que se pueden realizar al visitar Barcelona, destaca el realizar la ruta modernista: un itinerario a través del cual podrás visitar una gran cantidad de edificios únicos, donde la obra de Gaudí destaca especialmente y supone todo un referente del mundo del arte y la arquitectura.
Desde su época hasta el día de hoy, el trabajo de Gaudí ha sido admirado y reconocido por arquitectos de todo el mundo a causa de su estilo diferenciador y único. Y es que ya desde sus inicios, los diseños de Gaudí mostraron una identidad propia y vanguardista que confluyeron en lo que conoceríamos como movimiento modernista.
Gaudí pasó una infancia y adolescencia caracterizadas por la observación de la naturaleza y la atención a sus detalles, y eso mismo lo trasladaría después a sus edificios, en los que es fácilmente observable si nos fijamos en la abundancia de formas orgánicas, geométricas y en el uso de las curvaturas, así como de la piedra y el color.
Otro elemento característico del estilo de Gaudí, que encontramos a menudo en sus obras, es el del estilo gótico medieval, derivado de la influencia de la “Renaixença” que reivindicaba la cultura propia sobre la base del sentimiento nacionalista. De esta forma, en la obra de Gaudí es frecuente encontrar elementos de inspiración medieval góticos y mudéjares mezclados entre sí, buscando así simbolizar la identidad histórica integrada en la arquitectura modernista.
El estilo arquitectónico de Gaudí destaca también por la integración del ornamento en sus edificios, formas vegetales y elementos decorativos caprichosos que forman parte de la esencia misma del modernismo arquitectónico y de las que Gaudí sería pionero. Entre sus diseños se encuentran muebles y elementos decorativos de diversos materiales como la cerámica, el vidrio e incluso el hierro forjado.
La luz y el color tenían una importancia primordial y así lo reflejó en sus diseños, al tiempo que tenía en cuenta la funcionalidad que iba a cumplir el edificio a la hora de diseñarlo: su técnica no se centró únicamente a cubrir un determinado estilo estético o una simple moda de su tiempo, sino que buscaba dotar a la construcción de características que facilitaran la función que tuviera como objetivo cumplir, y esto lo podemos apreciar tanto en la distribución general como en la planta de sus edificios.
No debemos caer en el error de considerar a Antoni Gaudí como un simple arquitecto modernista, sino entender que su estilo, si bien contribuyó al modernismo, tiene un carácter propio que lo hacen único. En la actualidad, es reconocido como un arquitecto diferenciador, revolucionario y separado del modernismo, por las características que reúne y lo hacen único.
El estilo de Gaudí ha sido estudiado por numerosos historiadores del arte, quienes han intentado dividir y clasificar su prodigiosa obra. En la actualidad, es considerada como la mejor manera de analizar la técnica de Gaudí la que fue establecida por el arquitecto y ensayista Joan Bergós i Massó, quien estudió minuciosamente el trabajo de Gaudí con el fin de ordenarlo en distintas etapas. Estas etapas están basadas en las técnicas diferenciadas y estilos que utilizó el célebre arquitecto, y no en un orden cronológico de períodos temporales determinados.
Según esta clasificación, podemos seccionar la obra de Gaudí en cinco estilos diferentes que la caracterizaron, a saber: período preliminar, mudéjar-morisco, gótico evolucionado, naturalismo expresionista y síntesis orgánica.
Es el momento en el que la carrera arquitectónica de Gaudí dio principio, comprendiendo sus últimos años de carrera y sus primeros trabajos profesionales después de la obtención del título de arquitectura. De este período se pueden destacar elementos como las Farolas de la plaza Real, que son consideradas Bien Cultural de Interés Local en el Inventario del Patrimonio Cultural catalán. De la misma forma, realizó numerosas colaboraciones como en la fuente monumental del Parque de la Ciutadella con el maestro Fontserè o el convento de las Salesas de Barcelona con el arquitecto Martorell.
En cuanto al estilo mudéjar-morisco, se trata de construcciones que se identifican por la policromía geométrica que las caracteriza, es decir, dónde se ve acentuado el contraste entre el ladrillo y la cerámica, así como entre sus colores. A esto se suman los elementos inspirados en el arte mudéjar medieval, como cúpulas. De este estilo, el edificio más destacado es el de la Casa Vicens, en Barcelona, dónde se puede apreciar la disparidad de colores creando un fuerte contrapunto, así como los elementos moriscos de inspiración árabe. Otras obras a mencionar que entran dentro de esta etapa son el Palacio Güell de Barcelona o el Capricho de Gaudí en Cantabria.
Gaudí consideraba el estilo gótico como un arte imperfecto, poco estable y mal estructurado, según lo mismo lo definía “es un cuerpo defectuoso que se aguanta con muletas”. A pesar de esta consideración respecto al arte gótico, Gaudí estudió profundamente este estilo y acabó proyectando diferentes edificios de estilo neogótico, de forma libre, pero inspirados en la estética gótica original, que han contribuido a crear esta técnica que hace de él un arquitecto diferenciado de los demás. De hecho, muchas de las obras más emblemáticas y visitadas de Gaudí encajan dentro de este estilo: visita la Torre Bellesguard Gaudí y podrás reconocer fácilmente a la vista las influencias góticas y medievales, imitando los torreones de los castillos y con colores principalmente marrones.
En el caso del naturalismo expresionista, la inspiración principal vino de la mano del barroco y acabó evolucionando a través del modernismo vitalista. En esta etapa se abandonan las características góticas y medievales más evidentes pero se mantiene la decoración sobrecargada y los contrastes de colores se acentúan notablemente. Las fachadas se vuelven mucho más expresivas, esto podemos observarlo en edificios como la Casa Calvet, el Park Güell, la Casa Batlló o la Casa Milà.
La última etapa del estilo característico de Gaudí fue la síntesis orgánica, donde alcanza un nivel de expresividad, de formas curvas y plasticidad casi perfecto. A este período pertenece su obra más conocida, que nadie debería dejar de visitar si se encuentra en Barcelona: el Templo de la Sagrada Familia. Con esta gran obra arquitectónica, símbolo de toda una imponente ciudad, Gaudí, quien era un hombre de convicciones religiosas, buscó otorgar la mayor expresividad respecto a sus creencias.
Con el Templo de la Sagrada Familia todos los elementos de las etapas anteriores se unen en uno sólo: destacan componentes de inspiración neogótica como las torres, la decoración barroca, las formas inspiradas en la naturaleza… Fue en 1883 cuando aceptó hacerse cargo de continuar las recién iniciadas obras la Sagrada Familia. Gaudí modificó totalmente el proyecto inicial, convirtiéndola en su obra cumbre, conocida y admirada en todo el mundo. A partir de 1915 se dedicó casi por completo a este proyecto, hasta que murió. Se prevé que las obras se terminarán en 2026, año del centenario de su fallecimiento.
Si disfrutas con el arte, la arquitectura, la buena gastronomía y la belleza, no hay mejor forma de combinar todo esto que realizando en Barcelona la ruta modernista, visitando edificios tan emblemáticos como la Sagrada Familia o la Torre Bellesguard. Gaudí ha dejado una huella imborrable y una muestra de su talento en cada rincón de Barcelona, así como en otros puntos de Catalunya y España. Conocer estos edificios no supone sólo sumergirse en el arte y la arquitectura, supone también ser testigos de la obra de uno de los arquitectos más insignes de la humanidad y de un pedazo de historia de la ciudad de Barcelona.
En cuanto a su biografía, Antoni Gaudí nació el 25 de junio de 1852, hijo del industrial calderero Francesc Gaudí i Serra y Antònia Cornet i Bertran. Era el menor de cinco hermanos, de los que solo tres llegaron a edad adulta: Rosa (1844-1879), Francesc (1851-1876) y Antoni. Se desconoce el lugar exacto del nacimiento de Gaudí, ya que no se conserva ningún documento que lo especifique, existiendo una controversia entre Reus y Riudoms (dos municipios vecinos y colindantes de la comarca del Baix Camp) sobre la localidad natal del arquitecto. Lo que sí es seguro es que fue bautizado en la Iglesia Prioral de San Pedro de Reus el día después de su nacimiento. El nombre que consta en su partida de bautismo es Anton Placid Guillem.
La estancia en su tierra natal le sirvió asimismo para conocer y estudiar profundamente la naturaleza, sobre todo durante sus estancias veraniegas en el Mas de la Calderera, la casa de los Gaudí en Riudoms. Le gustaba el contacto con la naturaleza, por lo que posteriormente se hizo miembro del Centro Excursionista de Cataluña (1879), entidad con la que realizó numerosos viajes por toda Cataluña y el sur de Francia. También practicó durante un tiempo la equitación, y hasta su vejez caminaba unos diez kilómetros diarios.
Realizó sus primeros estudios en el parvulario del maestro Francesc Berenguer, padre del que sería uno de sus principales colaboradores, y luego pasó a los escolapios de Reus; destacó en dibujo, colaborando con el semanario El Arlequín. También trabajó durante un tiempo como aprendiz en la fábrica textil Vapor Nou de Reus. En 1868 se trasladó a Barcelona para cursar enseñanza media en el Convento del Carmen de la ciudad condal. En su adolescencia estuvo cercano al socialismo utópico, realizando junto con dos compañeros de estudios, Eduardo Toda y José Ribera y Sans, un proyecto de restauración para el Monasterio de Poblet que lo convertiría en un falansterio utópico-social.
Entre 1875 y 1878 realizó el servicio militar en el Arma de Infantería en Barcelona, siendo destinado a Administración Militar. Pasó la mayor parte del tiempo rebajado de servicio a causa de su salud, por lo que pudo continuar con los estudios. Gracias a ello no tuvo que entrar en combate, pues coincidió en esas fechas con la Tercera Guerra Carlista.
Cursó arquitectura en la Escuela de la Lonja y en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, donde se graduó en 1878. Junto a las asignaturas de arquitectura asistió a clases de francés y cursó algunas asignaturas de Historia, Economía, Filosofía y Estética. Su expediente académico fue regular, con algún que otro suspenso; Gaudí se preocupaba más de sus propios intereses que de las asignaturas oficiales. Para pagarse la carrera, Gaudí trabajó como delineante para diversos arquitectos y constructores, como Leandre Serrallach, Joan Martorell, Emilio Sala Cortés, Francisco de Paula del Villar y Lozano y Josep Fontserè.
A partir de este momento, comienza su enorme obra arquitectónica de las que ya se han esbozado unas líneas al principio de este artículo.
Gaudí vivió dedicado por completo a su profesión, permaneciendo soltero toda su vida. Al parecer, tan solo en una ocasión se sintió atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense, hacia 1884, pero no fue correspondido. Desde entonces Gaudí se refugió en su profunda religiosidad, en la que encontraba gran sosiego espiritual. A menudo se ha pintado la imagen de un Gaudí huraño y antipático, de bruscas contestaciones y gestos altaneros; pero la gente que lo trató más de cerca lo describió como persona afable y cortés, buen conversador y fiel con sus amigos, entre los que destacaron especialmente su mecenas, Eusebi Güell, y el obispo de Vic, José Torras y Bages, así como los escritores Joan Maragall y Jacinto Verdaguer, el doctor Pere Santaló y algunos de sus más fieles colaboradores, como Francisco Berenguer y Llorenç Matamala.
El 7 de junio de 1926 Gaudí se dirigía a la iglesia de San Felipe Neri, que visitaba a diario para rezar y entrevistarse con su confesor, mosén Agustí Mas i Folch; pero al pasar por la Gran Vía de las Cortes Catalanas, entre las calles Gerona y Bailén, fue atropellado por un tranvía, que lo dejó sin sentido. Siendo tomado por un mendigo, al ir indocumentado y a causa de su aspecto descuidado, con ropas gastadas y viejas, no fue socorrido de inmediato, hasta que un guardia civil paró un taxi que lo condujo al Hospital de la Santa Cruz. Al día siguiente lo reconoció el capellán de la Sagrada Familia, mosén Gil Parés, pero ya era tarde para hacer nada por él. Murió el día 10 de junio de 1926, a los 73 años de edad, en la plenitud de su carrera. Fue enterrado el 12 de junio, con presencia de grandes multitudes que quisieron darle el último adiós, en la capilla de Nuestra Señora del Carmen de la cripta de la Sagrada Familia. En su lápida figura la siguiente inscripción:
Antonius Gaudí Cornet / Reusensis / Annos natus LXXIV / Vitae exemplaris vir / Eximiusque artifex / Mirabilis operis huius / templi auctor / Pie obiit Barcinone / die X Junii MCMXXVI / Hinc cineres tanti hominis / resurrectionem mortuorum / expectant. R.I.P. (Antoni Gaudí Cornet. Oriundo de Reus. Nacido hace 74 años, varón de vida ejemplar y eximio artífice, autor de la admirable obra de este templo, murió píamente en Barcelona el 10 de junio de 1926, aquí las cenizas de tan gran hombre esperan la resurrección de los muertos. Q.E.P.D.)
[Fuente: bellesguardgaudi.com, Wikipedia]
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